A veces necesitamos esa chispa de locura, esa ironía, esa irrealidad; vemos el mundo de una manera, tal manera que sabemos lo que es real o no, sabemos cuales son nuestros miedos y cuales no, sabemos cuál es la realidad y cuál no.
Es por eso que tenemos el simple hecho de jugar con esa irrealidad, somos conscientes de que somos infelices, de que lo que queremos no lo tenemos, de la verdad. ¿Y de qué nos sirve esa verdad? De ser conscientes, y de nada más. Por esto es que jugamos con dicha realidad.
La conciencia es la noción que tenemos de las sensaciones, pensamientos y
sión del ambiente que nos rodea y del mundo interno a los demás.

Ser conscientes es saber lo que es la realidad, lo que sucede en el mundo y en tu propia vida. Nunca vas a ser consciente de el mundo en general, pero si en tu vida. En tu vida te darás cuenta de las cosas que realmente suceden, sea buenas o malas.
Esa irrealidad que necesitamos en nuestro mundo es, a veces llamada, la locura en sí. Leí que “La locura es algo que intriga, asusta y fascina, a un tiempo. El “loco” es visto habitualmente, como alguien misterioso, peligroso, interesante” en mucho, comparto en lo que dice, pero yo no lo definiría así. ¿Somos locos por diversión o porque necesitamos esa locura?
Necesitamos el nivel de irrealidad en nuestras vidas, saber no nos sirve de nada, porque ¿qué hacemos con lo que sabemos? ¿nos callamos? ¿aprendemos? No es así, sentimos que nuestra vida no tiene un sentido a propósito…
Por ello… ¿Por qué no fantasear? ¿Por qué no divertirse? La vida es una…. Habría que aprovecharla, hasta agotador nuestros propios latidos del corazón, aburrirnos de tanta diversión, arriesgarnos a dejar de arriesgarnos, a que la ironía invada de gracia a nuestro cuerpo
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