El límite ya colapsó; no estoy perdida pero no se donde estoy. Es tan sencillo ver todo positivo pero tan difícil poder expresarse, diciendo las cosas cómo son realmente.
No tiene sentido decir cómo te sentís en este momento. Las cosas ya no sorprenden, igual no las imaginaba.

Sentarse en un sillón, en frente de una pantalla que te muestra las cosas en vivo y en directo, matándote poco a poco. Cada segundo de proyección es cada puñalada al alma.
¿Cómo pudiste haberte quedado dormida a tantos hechos?
La ilusión ya no existe- ¿Para qué la necesito? ¿Para que la vida me demuestre que pasa todo lo contrario? No gracias.
“Vida, quiero que me sorprendas”, obviamente en todo sentido se toma.
Pero no me voy a deprimir de nuevo. Lo que más me duele es seguir así, como si todo fue feliz y lindo. Cuando en realidad las lágrimas son la lluvia.
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